jueves, 16 de febrero de 2012

HISTORIA DE UNA LECCIÓN

"Buenas tardes, ¿puedo hablar con alguna persona responsable de éste lugar?" pregunté.
"Sí, claro. Pase, ahorita regreso", me respondió una joven de unos 25 años quizá  con 5 o 6 meses de embarazo.
Me quedé sola en la sala de entrada por unos instantes. Olía a rica comida y pude observar que hacían arroz. Caminé unos pasos más. Es una casa común y corriente pero cálida, limpia, linda. A mi derecha estaba otra joven quizá un poco mayor que la que me recibió.
Estaba sentada frente a una computadora sin expresión en su rostro.
"Hola, soy Elda. Vives aquí?"
"Sí. Sólo por un tiempo" me dijo viéndome a los ojos. Ví el rostro de la esperanza.
Enseguida, la persona que buscaba llegó con una sonrisa a saludarme. 
"Mucho gusto soy Norma Valenzuela".
"Mucho gusto señora, soy Elda Molina... quisiera darle unas cosas que traje en buen estado":
Carreola Peg Perego PilkoSaca leche doble y eléctrico y doble Medela. Juegos de cama completos para niño y niña Pottery Barn Kids. Algunas sabanitas y algunas colchas. Ropita. Hermosa. Biberones, una almohada de cintura para dar pecho y no se que tantas cosas. 
Todo eso lo tenía guardado desde hace tiempo. Señalo las marcas porque pensaba venderlas en una venta de garage. En su momento costaron mucho dinero, aún valen y ahora no me caería nada mal obtener algo por todo eso. Sin embargo, ésta mañana caí en cuenta que esas cosas valían mucho más de lo pudieran pagarme. Ya habían hecho su función conmigo y me dieron mucha felicidad. Fue así que tomé lo simbólico: los zapatitos con los que aprendieron a caminar, las pijamitas con las que salieron del hospital. Claro, sus ropones de bautismo y una que otra cosa que me habló al oído y me dijo: guárdame para ellos.
Todo lo demás lo llevé a Vifac en Hermosillo, Sonora, México.
Las dos jóvenes, con rostros evidentemente felices me acompañaron al carro de mi madre donde transporté las cosas. 
"¿Todo eso?" me dijo la chica que me abrió la puerta.
"Sí, salvo la silla de carro" contesté.
Rápidamente dejamos todo en la sala mientras Norma veía las cosas. No más de un minuto después, ya era tiempo de irme. Se hizo un silencio donde las cuatro nos volteamos a ver.
"¿Ya saben que van a tener?" Les pregunté a las chicas. Una de ellas me respondió que no sabía. La otra me dijo con gran luz en su cara que esperaba una niña. 
Sentí un nudo en la garganta de esos que te detienen el habla. Por segundos recordé con cuanta ilusión esperé a mis hijos. Recordé cuando yo estaba embarazada y veía las cosas de bebé en la web haciendo mi lista para saber cuanto iba a necesitar para comprarles todo lo que estuviera a mi alcance, todo lo que ellos fueran a necesitar al nacer. 
No pude evitar ver fijamente sus panzas. Se veían muy bellas. Pensé que quizá su historia no es nada grata, como esas dos mujeres estarían sufriendo. Pensé en lo afortunada que fuí, que soy. Pensé que quizá yo pude haber sido una de ellas, pero la vida me regaló otros caminos, trabajo, familia, amor alrededor.. Estoy en deuda... pensé. 
La despedida:
"Que Dios las bendiga. Todo va a salir bien".-
"Gracias"...
Ellas cerraron la puerta de ese hogar que ahora las arropa. Yo, cerré un ciclo que no quería dejar atrás por estar lleno de lindos recuerdos de una etapa hermosa de mi vida. Aprendí que el recuerdo no se guarda conservando lo que puedes ver y tocar. Creo que desprenderte de cosas y emociones que ya no necesitas puede ser el paso uno para estar en el hoy.
Esto lo vivimos muy rápido, en un minuto. Sin embargo, lo que sentimos las cuatro desconocidas, sé que nos acompañará siempre a todas partes.
Ovv.

Vifac ayuda a mujeres embarazadas en todo México a salir adelante ante el desamparo.
Les da techo, alimento, vida digna y atención médica para esperar la llegada de su bebé. Cuando es tiempo de salir y están listas para enfrentar el mundo, ellas abandonan el albergue. 

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