La historia de Valentina Rosendo habla de la dificultad que implica perseguir la justicia. Cuando ocurrió el crimen no dominaba el castellano: hablaba tlapaneco, una lengua que comparten 100.000 personas en la zona suroeste mexicana. “Hay víctimas que no denunciaron porque no hablan español”. De ahí, los insultos, las intimidaciones y las amenazas. Y el ensañamiento ha llegado hasta su hija, que ha sufrido intentos de secuestro según casos documentados por las Brigadas Internacionales de la Paz. El mensaje es claro: hacer daño donde más les duele.
Lee la historia de Valentina. Una mujer más que grita en el desierto.
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